Ricardo Darín en una escena de XXY (2007)
Es la figura más pretendida por todos: los directores quieren tenerlo en sus elencos, los actores como compañero y el público desea verlo en pantalla. Desde hace más de una década (que coincide con sus seguidos trabajos en Nueve Reinas, de Fabián Bielinsky y El hijo de la novia, de Juan José Campanella) Ricardo Darín supo fortalecer su carrera y conducirla hacia un camino que parece tener una única dirección: el éxito.
A punto de llegar a los 55 años (los cumplirá el próximo lunes 16 de enero) el actor argentino más requerido de los últimos tiempos superará, con los proyectos que tiene para este 2012, los 40 largometrajes. Con los títulos que lo tendrán como protagonista alcanzará una marca envidiable que no hace más que potenciar su imagen y reconocer su talento.
Volverá a ponerse bajo las órdenes de Pablo Trapero (con quien en 2010 filmó Carancho) y tendrá nuevamente como coprotagonista a Martina Guzmán en Elefante blanco, donde interpretará a un sacerdote. También participará en un policial de Hernán Goldfrid: Tesis sobre un homicidio y en la ópera prima de Carlos Kaimakamián, la comedia Delirium argentinum, en la cual se lo verá haciendo de sí mismo, cuando unos jóvenes optan por el cine como la mejor salida para obtener dinero.
Aunque planeó “un semestre tranquilo”, los compromisos lo conducirán a viajar tras el fin de las grabaciones de enero hacia Francia e Inglaterra para promocionar Un cuento Chino (la producción escrita y dirigida por Sebastián Borensztein, recientemente seleccionada para competir en los Premios Goya). De allí se dirigirá a Barcelona para una colaboración en la película de Cesc Gay y posiblemente encare un proyecto con Martín Hodara (junto a quien tuvo que realizar La señal, a causa de la muerte de Eduardo Mignona). Además, quiere dirigir, pero aún espera por un libro que lo termine de atrapar.
Repaso. Desde su debut cinematográfico, en 1969 con La culpa (de Kurt Land), fue transitando distintas etapas: primero era considerado dentro del grupo marcado como de los “galancitos”, al que también respondían Carlos Calvo, Raúl Taibo y Darío Grandinetti. Llegó su promocionado romance con la diva Susana Giménez, que lo llevó a ocupar varias tapas de revistas, hasta que se separó y formó una familia con su actual mujer, Florencia Bas, con quien tuvo a Clara y Ricardo (que está siguiendo los mismos pasos que su padre, con incursiones en teatro y televisión).
La década del ’90 lo tuvo más cercano a la televisión, y su proyecto más recordado en el medio fue Mi cuñado, donde hizo dupla con Luis Brandoni. A pesar de haber ingresado en la TV, nunca dejó el teatro y se destacó con recordados títulos como Sugar, Extraña pareja, Taxi, Algo en común y Art (que tuvo varias temporadas y se presentó en escenarios de todas partes del país y del exterior).
Ya sumergido en la pantalla grande, desde que protagonizó El mismo amor, la misma lluvia en 1999, con Soledad Villamil como compañera y Juan José Campanella como director, trío que se repite en la ganadora del Oscar El secreto de sus ojos, Ricardo Darín no dejó de filmar hasta la actualidad.
Aunque insiste en que lo acompañó “más la suerte y el público” que “el talento”, y que siempre encontró “gente que me extendió la mano, que creyó en mí, que me dijo ‘vení, vos podés hacer este papel’”, no podemos dejar de tener en cuenta que la aceptación del público y, por ende, los logros alcanzados se deben, como también él mismo señaló en varias oportunidades, al hecho de que se muestra como es y nunca anda (aunque en sus roles parezca que sí) “disfrazado de nada".
Fuente: Elargentino
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