El actor, guionista, director y productor neoyorquino Woody Allen ha llegado este martes 1 de diciembre sin ganas pero sin remordimiento a los 75 años. No muy contento con la idea de envejecer, el veterano humorista, cuya última y aún inédita cinta la filmó en París con la mismísima primera dama del país como estrella invitada, ha encontrado exilio económico-artístico en Europa, mientras sigue fiel a su costumbre de rodar un nueva película cada verano. Y que no falten...
Ninguna otra figura cinematográfica ha hecho tanto por la psiquiatría moderna como Woody Allen. Los psicoanalistas deberían tener una foto suya en la pared de su despacho. Este escritor, actor y realizador bajito, judío, tímido, quisquilloso, enamoradizo e hipocondríaco se ha hecho a sí mismo, ha construido un personaje que ha devorado al auténtico creador.
Woody Allen nació el 1 de diciembre de 1935 en Brooklyn, el barrio judío de Nueva York. Tanto uno como otra tienen una presencia preponderante en su obra. En el barrio pasó sus primeras dos décadas de vida. Fue cómico de cabaret, radio y TV. Vendió chistes para otros y entró en el cine por el camino de la escritura (de hecho ningún otro guionista ha recibido más nominaciones al Oscar de la especialidad que él). Aunque alguna vez haya dicho que no le importaría que Dustin Hoffman u otro actor hubieran interpretado los papeles de su carrera como actor, Woody resultaba gracioso no sólo por sus escritos o improvisaciones. Su peculiar aspecto ya invitaba a la sonrisa.
De hecho, cuando debutó en el cine, lo hizo en una doble faceta: guionista y actor. Fue en "¿Qué tal Pussicat?" (1965), de Clive Donner. Como realizador, se estrenó cuatro años después con "Toma el dinero y corre". Le seguirían "Bananas", "Sueños de seductor" (realizada por Herbert Ross), "Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero temía preguntar" o "El dormilón". Para algunos, alcanzó la madurez o la cúspide de su éxito con "Annie Hall" (1977). A partir de ahí, hizo periódicas incursiones fuera del humor, en un cine de estilo bergmaniano, con "Interiores" u "Otra mujer".
Sus más recientes comedias han tenido mucha mejor acogida en Europa que en Estados Unidos, donde ya casi ningún gran estudio confía en sus posibilidades comerciales, por lo que ha recurrido a capitales británicos y últimamente españoles. "Misterioso asesinato en Manhattan", "Todos dicen I love you", "Poderosa Afrodita", "Desmontando a Harry", "Celebrity", "Acordes y desacuerdos", "Granujas de medio pelo", "La maldición del escorpión de jade", "Un final made in Hollywood / El ciego", "Todo lo demás", "Melinda y Melinda", "Match Point / La provocación", "Scoop / Amor y muerte", "El sueño de Cassandra / Los inquebrantables", "Vicky Cristina Barcelona", "Si la cosa funciona", "Conocerás al hombre de tus sueños" y "Midnight in Paris" han sido sus últimos títulos. También ha vuelto a dejarse dirigir por otros cineastas, como en "Cachitos picantes", de Alfonso Arau, y "Lío en La Habana".
Allen, que también podría filmar en Brasil uno de estos años, tiene tras de sí muchas estimables comedias. Su influencia sobre artistas de todo el mundo es indudable. Los hermanos Marx y él han contagiado su humor judío, corrosivo, iconoclasta y nada autocomplaciente a varias generaciones.
Fuente: Noticine
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