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lunes, 22 de marzo de 2010

Quieren reconstruir Que viva México de Eisenstein para el Bicentenario

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Lutz Becker un reconocido historiador del arte y documentalista alemán se propuso reconstruir la inconclusa película épica del ruso Serguéi Eisenstein (1898-1948) Que Viva México en el marco del bicentenario de la independencia de este país.

Es un sueño en el que Becker, que reside en Londres, donde ha creado una empresa a ese fin, Mexican Picture Partership Ltd, con su compatriota Felix von Moreau, lleva empeñado ya quince años y que confía en realizar finalmente si encuentra los 3,5 millones de euros que necesita.

Parece una cantidad casi insignificante dada la importancia que tiene la película inacabada de Eisenstein para la historia del cine, para la del arte en general y para el propio México, pues, como explicó a la agencia de noticias EFE el propio Becker, el filme es “un homenaje a México”.

“Ningún otro país del mundo ha tenido el privilegio de verse reflejado en el cine con tanta sensibilidad y profundidad como México por Eisenstein”, señala el experto alemán.

Becker encuentra “absurdo” que algunos todavía en ese país consideren que no es una película mexicana por el hecho de que el realizador no fuese de esa nacionalidad, cuando “el lenguaje visual y la iconografía” del filme han tenido una influencia indudable en la mejor cinematografía mexicana.

Los derechos de propiedad tanto sobre el título como sobre todo el material filmado por Eisenstein pertenecen a los herederos del famoso escritor estadounidense Upton Sinclair (1878-1968), quien, junto con su esposa Mary Craig, financió la película en 1930/32.

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Los herederos de Sinclair dieron a su vez a Becker una opción exclusiva que cubre tanto los derechos de cine, televisión o DVD para reconstruir el filme según el espíritu original del ruso.

Según explica Becker, el cien por cien del material original, pendiente del montaje definitivo, se encuentra en los archivos del Museo de Arte Moderno de Nueva York, aunque en los años setenta una copia de parte de ese material -aproximadamente un 60 por ciento- se entregó a los archivos cinematográficos soviéticos (Gosfilmfond).

Los rusos produjeron dos películas basadas en el material de que disponen, aunque la calidad no es muy buena: una es la que hizo en 1978 Grigori Alexandrov, que fue asistente de Eisenstein, filme que se comercializó con el mismo título “en contravención del copyright”.

La segunda es la titulada Fantasía mexicana (1998), del también ruso Oleg Kovalov, que no tuvo tampoco en cuenta el concepto original de Eisenstein.

Un intento anterior es el que hizo en Londres en 1939 la amiga y futura biógrafa del cineasta ruso Mary Seaton titulada Tiempo en el Sol, que Lutz califica como una especie de “documental de viajes un tanto sentimental”.

Aun peor es lo ocurrido en Estados Unidos, donde Sol Lesser, el productor de las películas de Tarzán, aprovechó parte del material para hacer una película titulada Tempestad sobre México, que se estrenó en 1933 y que es una especie de “western”, en las antípodas de lo que pretendía el cineasta ruso.

Becker, que ha estudiado cuidadosamente durante años no sólo el material fílmico sino todos los esquemas narrativos dejados por Eisenstein, afirma que, tal y como pretende reconstruirla, su película seguirá el plan inicial de “crear un gran cuadro de México a través de su historia y hasta el siglo XX”.

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Eisenstein tuvo, según Becker, la experiencia de una “sociedad compuesta por distintas capas que coexistían y se interrelacionaban: el pueblo indígena, la sociedad urbana y terrateniente de origen hispano, los ritos antiguos mezclados con la creencias católicas, las pirámides aztecas en convivencia con la exuberancia del barroco español”.

Eisenstein filmó en México en 1931, cuando la Revolución no estaba olvidada, y reconoció inmediatamente en “ella un fuerte impulso tendente a hacer de un país fragmentado una nación”.

El cineasta ruso utilizó como actores a gente del pueblo, lo que le “da un grado de realismo increíble y hace pensar a muchos erróneamente que se trata de un documental, cuando es una epopeya cinematográfica, que utiliza un lenguaje de metáforas visuales”.

En su película se nota además la fuerte influencia de los grandes muralistas mexicanos, que fueron además sus amigos, como Diego Rivera y David Siqueiros, sobre todo el primero, que había estado casado con una rusa y hablaba el idioma de Eisenstein.

Becker, que es además de historiador de cine y documentalista, un experto en la vanguardia rusa, ve además a Eisenstein como una parte de esa vanguardia, denostada y reprimida luego por Stalin.

“Su experiencia de las pinturas de Malevich se refleja en la construcción y la estructuración de las imágenes de Qué viva México: la misma suspensión del tiempo se da en ambos casos. El filme se distingue por una belleza y una calidad intemporales que sólo se dan en las auténticas obras de arte”, afirma Becker.

El experto dice haber sido contactado por el Museo Británico, el del Louvre, la Nationalgallerie de Berlín y la Tate de Londres, todas para preguntar cuándo estará listo el filme, algo a lo que no puede dar aún respuesta.

Becker dice que, si consigue los 3,5 millones de euros que necesita, puede en un plazo de sólo diez meses digitalizar todo el material, montar luego la película, que tendría dos horas de duración, y dotarla de una banda sonora, con música, idealmente, de la compositora mexicana Gabriela Ortiz.

Lo único que le falta de momento para cumplir su sueño es el dinero, y eso tendría que ser posible el año del Bicentenario mexicano.

Fuente: Homocinefilus

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