El crítico inglés Robin Wood murió el pasado 18 de diciembre a la edad de 78 años, en la ciudad de Toronto donde residía desde hacía más de treinta años.
Wood fue uno de los críticos de cine más serios durante los 60’s y 70’s, asimismo impartió cátedra sobre el séptimo arte en la Universidad de York en Toronto por más de una década, hasta su jubilación en los albores de la década de los noventa. Estuvo asociado con la revista especializada en el rubro; CineAction por más de veinte años. Su obra literaria, incluye libros sobre Howard Hawks, Alfred Hitchcock, Ingmar Bergman y Arthur Penn, con los cuales influyó tanto en críticos como en estudiantes y jóvenes.
Educado en Cambridge, se convirtió en pupilo del ilustre crítico F.R. Leavis. Cuya influencia se vio reflejada en la intelectualidad de Wood, pues no perteneció a la generación de críticos que creían que por el hecho de escribir sobre una forma de arte que también era un medio popular de entretenimiento, no tenían que realizar investigaciones que se enfocaran en las relaciones que ésta tuviera con la sociedad.
Su libro sobre Hawks, uno de los directores de Hollywood más versátiles y subestimados, es enormemente apreciado, ya que cuando fue publicado a mediados de los 60’s, fue revelador para muchos. En la nueva edición de 2001, Woods constató con la introducción que de todas sus obras, esa era la última en necesitar “aprobación y/o disculpa”.
En la introducción de la edición de 1981 del mismo libro, el autor declaró que el personaje “no es realmente un artista moderno… es un sobreviviente del pasado, cuyo trabajo nunca se ha visto frustrado por la enfermedad de la propia consciencia. Y artistas como Hawks sólo pueden existir junto con una tradición fuerte y vital, y las debilidades y limitaciones de éste se encuentran determinadas por aquellas en las que la misma tradición lo ha envuelto”. Clasificando así a Hawks como un “artista comunista” de primer grado.
También sale a relucir el trabajo que realizó junto con Ian Cameron en 1968 sobre Michelangelo Antonini. Pues éste revela a Wood como alguien a quien no le preocupa su reputación y dispuesto enfrentar las pretensiones sin sentido.
Como Richard Phillips afirmó en la WSWS (World Socialist Web Site) en 2004, “Cameron y Woods admiraban los talentos artísticos del director pero también reconocían una debilidad en su trabajo; su aproximada derrota”. Asimismo Phillips cita a Wood; “El enfoque de Antonini en un estilo se convirtió en la manera más compleja para evitar preguntas estéticas y sociales. Wood argumentaba que una de las funciones del arte era hacer a sus receptores sensiblemente vivos, no necesariamente felices…pero alertas, receptivos, activos. Todo el movimiento (de las películas) parecía funcionar en el sentido contrario, convirtiéndose en una fuente de droga estética depresiva”.
Joanne Laurier y David Walsh, ambos corresponsables de la WSWS, obtuvieron una entrevista en septiembre del 2000 con Wood en su departamento en Toronto. Quien, según los entrevistadores, se comportó amable aunque en ocasiones “filoso” pero con moderación. Las diferencias en las perspectivas políticas surgieron, él pertenecía al grupo de intelectuales de derecha que sostenían la convicción de que eran necesarios cambios sociales y sentían repulsión por el capitalismo, no obstante, no se debía recurrir a alguna fuerza social que pudiera afectar el orden existente.
Cuando se mudó a otro país, se enfocó en políticas radicales sobre los derechos homosexuales y la diversidad feminista. Identificándose con las tendencias socialistas.
Con la introducción de Sexual Politics and Narrative Film, escrita en marzo de 1997, se sumaron sus puntos de vista. Él explicó que su vida laboral era ahora en torno a las políticas sexuales. Destacando que “siempre había mantenido la fe en la humanidad, en su enorme potencial, en su capacidad para evolucionar y aprender, por lo tanto una creencia en el futuro era posible. Aunque durante las dos últimas décadas, ésta había sido realmente difícil de mantener debido al inevitable progreso del capitalismo”. No obstante, añadió que “No es que se mantenga una esperanza en falso sino que simplemente no se puede dar por vencido, un último refugio será el autoestima, y el hecho de rendirse implica perderla”.
A pesar de las dificultades que se presentaron, el trabajo de Wood se mantiene como el de un hombre íntegro y con seriedad artística hasta el último momento. No era de esos que cambiaban de opinión e ideología dependiendo de las circunstancias, el dinero o la fama. Su ilustre trabajo influiría en las nuevas generaciones, las cuales tendrán la fortuna de pensar y actuar en mejores condiciones históricas.
A continuación se presentan fragmentos de la entrevista realizada al crítico durante el Festival de Cine de Toronto en el año 2000:
David Walsh: ¿Cuáles son sus sentimientos hacia este Festival de Cine y hacia los démas?
Robin Wood: Si yo lo coordinara, sería mucho más selectivo. He visto muchas películas que no creo que merezcan ser presentadas en algún Festival.
DW: ¿Cómo cuáles?
RW: Bueno, la primera que vi Maelström (Denis Villeneuve). Pensé que era superficial y barata. No sé cuántas cintas deberían estar en el Festival.
Pero me impresionaron, Code Inconnu (Michael Haneke) y Yi Yi (Edward Yang). Ambas cinematográficamente opuestas. En un extremo, formalismo, experimentación estructural, en el otro, personajes, lo que hacen , sus relaciones, su desarrollo, lo que encuentran. Soy un gran admirador de Michael Haneke.
DW: ¿Considera que el Festival ha cambiado?
RW: Creo que se ha convertido cada vez más y más en lo que siempre ha sido. Yo llegué dos años después de que el Festival iniciara (hace 23 años) así que no sé cómo empezó en realidad. Pero ciertamente ha crecido, se ha visto envuelto en el capitalismo. Odio todo eso. Ahora todo se trata de dinero.
DW: ¿Qué opina sobre las películas canadienses, en general?
RW: Es triste, pero son pocos los filmes canadienses por los que realmente siento adrmiración. Me gustaría poder ver muchos más filmes, para poder tener una opinión más acertada. O para responder por qué no hay mejores películas canadienses.
DW: ¿Cuál es su actitud ante la industria comercial cinematográfica contemporánea?
RW: Es obvio, me da miedo. No tengo nada original que decir. Me siento profundamente triste. Odio el cine que ha sido absorbido por los efectos especiales. He dejado de ir a ver casi todas las películas contemporáneas de acción. Me siguen gustando las películas de acción, pero no encuentro entretenidas las actuales. Son simplemente aburridas. La primera media hora es interesante, pues los personajes son introducidos pero después de eso, sólo son explosiones, explosiones y más explosiones, cuerpos demacrados, personas cayendo de techos. Lo encuentro ruidoso y aburrido.
DW: ¿Y sobre los filmes independientes estadounidenses?
RW: Muchísima emoción. Recuero los primeros días del Festival de Sundance. Todo lucía tan emocionante. Estaba conmovido por los trabajos de personas como Araki y Richard Linklater.
DW: ¿Cómo se siente enseñando?
RW: Varía. Algunos estudiantes son engreídos y creen que saben todo sobre el cine. Pero después cambian, saben más y mejor.
Fuente: Homocinefilus
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