Los documentales "El olvido" y "After the rape" se desarrollan uno en Perú y otro en Pakistán y además desde ópticas muy distintas, pero ambos se acercan a personas que ante la adversidad han encontrado, cada una a su manera, una forma de supervivencia.
Estos filmes tienen dos cosas más en común, su productora, la española Carmen Cobos, afincada en Holanda, y haber sido programados para el VII Festival de Cine y Derechos Humanos, que los proyectará mañana en su tercera jornada.
"El olvido", de la peruana Heddy Honigmann, también residente en Holanda, vuelve a San Sebastián tras su paso por el 56 Festival de Cine de esta ciudad del norte de España, donde fue recibida con una gran ovación en la apertura de la sección "Horizontes Latinos", y tras haber obtenido la Paloma de Plata en el pasado Festival de Cine Documental y de animación de Leipzig (Alemania).
Esta película da voz a aquellos habitantes de Lima, unos más desafortunados que otros, a los que la vida se lo ha puesto o se lo sigue poniendo difícil, pero que en su inmensa mayoría tienen la capacidad de hallar el lado bueno a su situación para afrontar el futuro con cierta esperanza.
Una niña, que hace acrobacias ante un semáforo para ganarse unos soles, sueña con ser "artista olímpica", y un camarero se siente satisfecho porque tuvo su "pequeña venganza" con uno de los presidentes peruanos que sufrió una caída en un acto oficial después de haber tomado un zumo de naranja al que él, por su cuenta, había añadido vodka.
Son dos ejemplos de todo un mosaico, personas olvidadas por sus gobernantes, que una vez llegados a la "isla feliz" que es el palacio presidencial no recuerdan que fuera de sus muros está la realidad, según comenta una de ellas.
Las tomas de posesión de Fernando Belaunde, Alan García y las sucesivas de Roberto Fujimori se van intercalando en esta cinta, en la que el testimonio más desolador sale de la boca de un limpiabotas de catorce años que asegura no tener sueños y ni siquiera buenos y malos recuerdos.
"Los peruanos son muy pícaros en darle la vuelta a la moneda, pero ese niño tenía que estar en la película porque ese Perú existe", aseguró la directora en rueda de prensa.
También hay esperanza, pero despojada de sonrisas e ironía, en la vida y el proyecto de Mukhtaran Mai, una paquistaní que tras ser violada decidió abrir una escuela para niñas y un centro de acogida de víctimas de malos tratos, de los que habla la francesa Catherine Ulma López en "After the rape".
La realizadora dijo hoy que fue "una aventura humana muy grande" rodar este documental sobre la "entrega" de una mujer analfabeta que a los 26 años fue violada como castigo y que, en vez de optar por el suicidio como hacen un gran número de sus compatriotas, optó por combatir la violencia con cultura y educación.
Mukhtaran Mai, de una profunda fe islámica, aprendió a leer y ahora enseña inglés y matemáticas a las niñas de Meerwala, una pequeña aldea del Punjab, donde mujeres que han sufrido algún tipo de violencia también son asesoradas en un centro instalado junto a la escuela.Fuente: Yahoo
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