En tres años y medio, el Incaa les dio a los productores cinematográficos casi 300 millones de pesos. Películas y productoras beneficiadas, la relación entre los favorecidos y el recurso de solicitar, además, dinero a la Provincia de San Luis.
La última semana el Estado informó que comenzará a aplicar un política cuyo objetivo es desincentivar, por medio de gravámenes, la exhibición de filmes extranjeros. Esta novedad se suma a otra política ya clásica del Estado argentino para con nuestra filmografía: subsidiar la producción nacional. De acuerdo con las planillas del Incaa, el monto total de subsidios otorgados entre enero de 2008 y junio del presente año es de $ 279.072.339, cifra que se distribuyó entre 442 películas. Otra forma de expresar la misma cifra podría ser que se trató de más de US$ 66 millones de dólares. Otra forma de expresarlo podría ser, también, que es el equivalente a 194.611 jubilaciones mínimas, o 1.268.511 asignaciones universales por hijo. En promedio, el Incaa invirtió, a lo largo de los 42 meses del período relevado por PERFIL, a razón de $ 6.644.579 cada treinta días. Más de un millón y medio de dólares por mes para el cine argentino. O, más precisamente, para quienes lo realizan.
Hecha la ley. El Incca es, de acuerdo a las leyes 24.377, 20.270 y 17.741 –conjunto conocido como Ley de Fomento y Regulación de la Actividad Cinematográfica, cuyo último eslabón se dictó en 1995; es decir, promediando la década menemista–, un ente autárquico dependiente en lo formal de la Secretaría de Cultura. El fondo de fomento cinematográfico, en base al cual brinda los subsidios, surge de lo que se le brinda al Incaa a partir de: a) el 10% del precio de las localidades vendidas o regaladas, indicándose que “el impuesto recae sobre los espectadores” (sic); b) el 10% de las ventas y alquiler de videos y DVDs; c) el 25% de lo que reciba la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (ex Comfer) por lo que le corresponde de la emisión de publicidades. En este conjunto, una buena parte de lo que se destina a subsidiar películas nacionales proviene del grueso de la venta de entradas al cine, donde la abrumadora mayoría son películas extranjeras –y, entre ellas, sobre todo, los llamados “tanques hollywoodenses”. Ese fondo, además, permite sostener la estructura administrativa del Incaa.
El Incaa divide a los filmes de acuerdo con la relevancia que ameritan a la hora de los subsidios en las categorías: Interés especial, Interés simple y Sin interés. En lo que va de 2011, de las 31 películas que se presentaron a ser calificadas para obtener subsidios agregados, por ejemplo, por la cantidad de espectadores que asisten a verlas, 21 (un 68%) fueron “de interés especial” y sólo dos (el 6%) fueron “sin interés”: La cantante de tangos y Cruzadas, el film de Diego Rafecas protagonizado por Moria Casán, Nacha Guevara y Enrique Pinti. Es decir: casi todo el cine que se produce genera el interés del Incaa. Pese a la ausencia de interés dictaminado, Cruzadas ya lleva $ 1.125.000 de subsidio.
Las beneficiadas. En promedio, el Incaa le otorgó a cada film subsidiado en el período enero 2008-junio 2011 unos $ 631.385. Sin embargo, el promedio esconde las muchas diferencias. Cuando se observan las planillas de liquidación de subsidios del Incaa y se efectúan las sumas de los distintos montos transferidos a las productoras, se descubre que los filmes más subsidiados fueron Las viudas de los jueves –de Marcelo Piñeiro, con producción de Haddock Films–, a la que se le destinaron más de $ 4,3 millones; Boogie el aceitoso –dibujo animado basado en la obra de Roberto Fontanarrosa, con producción de Aleph Media– para la que fueron $ 4.046.489 y Dos hermanos –que en las planillas figura como Duelo de hermanos, pero al ser el beneficiario de los subsidios BD Films, de Daniel Burman y Sergio Dubcovsky, se desprende que se trata en verdad del film protagonizado por Antonio Gasalla y Graciela Borges–, casi $ 3,9 millones.
En reglas generales, las ficciones interpretadas por actores de carne y hueso recibieron subsidios mayores que las de animación, y ambas recibieron subsidios mayores que los documentales (ver infografías). En el caso de estos últimos, llama la atención que el film Luca, dirigido por Rodrigo Espina y producido por Marcelo Schapces y Aníbal Esmoris, haya recibido $ 1,7 millón –siempre de acuerdo a las planillas oficiales del Incaa–, mientras que la que la sigue en el ranking recibió menos de la mitad. Una diferencia, al menos, llamativa.
Una curiosidad es que, a la hora de brindar subsidios, el Incaa no parece discriminar entre proyectos a cargo de directores con experiencia y los noveles que desean desarrollar sus óperas primas: Música en espera, primera película de Hernán Golfrid, con Diego Peretti y Natalia Oreiro, obtuvo más de $ 3 millones en subsidios, seguida por 100% Lucha, la película, ópera prima de Juan Iribas, para la que casi se destinaron $ 2,5 millones en subsidios.
Los beneficiados. Las planillas del Incaa presentan un problema: muchos de los beneficiarios que reciben el dinero no figuran, ya que son pagos que cubren dinero otorgado previamente y, por lo tanto, el beneficiario que figura es el Incaa mismo. Si se ignoran todos esos montos, la productora Aleph Media, fundada por Fernando Sokolowicz, fue la mayor beneficiaria, recibiendo más de $ 12 millones para realizar 17 filmes, entre los que destacan Cartas para Jenny de Diego Musiak y Lifting del corazón de Eliseo Subiela. La sigue Patagonik Film Group, productora perteneciente al Grupo Clarín –consorcio empresario que en el último semestre tuvo $ 315 millones de ganancias–, que recibió casi $ 11 millones para realizar nueve películas, entre las que destaca Un novio para mi mujer, de Juan Taratuto. Tercera se ubica Burmandubcovsky Cine, con $ 7,5 millones para diez filmes, entre los que figura, por ejemplo, Vaquero, de Juan Minujín. Cuarta, Haddock Films, que recibió poco menos de $ 7 millones para producir cuatro filmes, entre los que figura la ganadora del Oscar El secreto de sus ojos.
Una curiosidad es cuando se observan las relaciones entre beneficiarios. Por ejemplo, Aleph Media fue fundada por Fernando Sokolowicz, quien a su vez recibió dinero a su nombre y también está relacionado con la productora Maíz y con los animadores de Illusion Studios, que coprodujeron sus cuatro filmes con Aleph Media. Otra curiosidad: en las planillas, los beneficiarios de Música en espera y de Motivos para no enamorarse son un fideicomiso, pero en la web de Burmandubcovsky Cine figuran como producidas por ellos. Una más: Telefe, que suele promocionarse como coproductora cinematográfica, casi no figura en el listado de beneficiarios, y cuando lo hace es por sumas realmente bajas; sin embargo, no sucede lo mismo con sus asociados en los proyectos cinematográficos: Adart Producciones figura como beneficiaria tanto de 100% Lucha, la película como de 100% Lucha, la guerra de los clones, coproducidas por Telefe, pero ninguna de las dos películas figura en la web de Adart producciones como entre las realizadas por ellos. Y allí fueron casi $ 5 millones, de acuerdo con las planillas del Incaa.
Costos costosos. Una de las formas de medir el éxito de las políticas de subsidios es por su impacto. En el caso del cine, por la cantidad de espectadores que pagaron su entrada para ver el film subsidiado. Si se cruzan los datos proporcionados por la consultora Rentrak (ya publicados oportunamente en este suplemento) con los del Incaa, en relación con los estrenos de 2011, se descubre, por ejemplo, que cada espectador que fue a ver el film Los labios, de Santiago Loza, significó unos $ 8 mil en subsidio; los de Los santos sucios, de Luis Ortega, por su parte, unos $ 700; los de Secuestro y muerte, de Rafael Filipelli, $ 676. Y así. Como para comparar con los $ 35 que cuesta una entrada al cine.
Otra de las formas de medir el éxito de las políticas de subsidios es por si se recupera el monto invertido. Si se cruzan los datos proporcionados por Rentrak con los del Incaa, lo recaudado –que, vale aclarar, es mucho más que lo que obtienen los productores– con el subsidio fijado, la película que en lo que va de 2011 más pérdida generó fue Los santos sucios, con un negativo de más de $ 2,2 millones, seguida por La vieja de atrás –negativo de poco más de $ 1 millón– y Cruzadas, de Diego Rafecas –a pérdida en casi $ 900 mil.
Y más. Los números que aquí se presentan son, en verdad, un piso. Muchos de estos filmes recibieron, además de los subsidios del Incaa, los que ofrece el programa San Luis Cine de la provincia puntana. Tal es el caso, por ejemplo, de Cartas para Jenny –de Aleph Media–, Mis días con Gloria –de Juan José Jusid, que del Incaa ya había recibido más de $ 2 millones y medio–, y otras.
En el agitado 1968, el genial Mel Brooks dirigió Con un fracaso, millonarios –también conocida como Los productores, que aquí tuvo versión teatral con Francella y Pinti–, donde dos productores buscaban pedir prestado dinero para una obra teatral, hacer un fiasco, y quedarse con el monto no gastado porque, total, nadie fiscaliza a quien presumiblemente perdió plata. En el film, a todas luces una comedia brillante, la obra terminaba por ser tan mala que resultaba un éxito y los protagonistas iban presos.
Habrá que ver qué ocurre en la Argentina cuando el cine produzca más éxitos que fracasos.
Fuente: Perfil.com
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