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lunes, 15 de septiembre de 2008

A través del océano, en busca de futuro

En su film sobre la emigración italiana a los Estados Unidos, Emanuele Crialese recreó Nueva York en Buenos Aires.

En su film sobre la emigración italiana a los Estados Unidos, Emanuele Crialese recreó Nueva York en Buenos Aires
Una multitud de inmigrantes a la espera del visto bueno de los funcionarios

Dicen que cuando Martin Scorsese vio Nuovomondo, la película que el jueves estrenarán Primer Plano y CDI, se entusiasmó tanto que cuando la distribuyó en los Estados Unidos decidió agregarle su nombre como presentador en los títulos. La sangre tira.

El guionista y director romano Emanuele Crialese, de origen siciliano, tiene ahora 43 años y otras dos películas ( Once We Were Strangers y Respiro, con la que ganó en la Semana de la Crítica de Cannes) en su mochila.

De la curiosidad del joven cineasta por lo que les ocurrió a muchos italianos a su llegada a Nueva York a principios del siglo XX, nació Nuovomondo , que tiene como figuras principales a Charlotte Gainsbourg y al escultor y actor Vincenzo Amato. La película, ganadora del León de Plata a la revelación y de los premios de la crítica, Signis y Unicef en la última mostra de Venecia, acredita como curiosidad haber sido rodada casi por completo en Buenos Aires (donde se recreó Ellis Island, puerto de entrada a Nueva York) y que en su reparto aparecen, por ejemplo, Andrea Prodan (hermano de Luca), el distribuidor cinematográfico Pascual Condito y Emilio Bardi, entre otros.

Crialese viaja en el film hasta un desolado rincón de Sicilia de 1913, adonde llega un hombre proveniente de América. Va de pueblo en pueblo ostentando su espléndida dentadura de oro, pregonando las dichas del Nuevo Mundo y sus riquezas, donde las papas son grandes como vagones de tren, se nada en mares de leche y de los árboles caen monedas de oro. Muchos de los habitantes de esos pueblos sueñan con poder viajar, alguna vez, a esa tierra prometida. Los Mancuso deciden emprender la travesía. Salvatore vende todo para llevar a su madre y a sus hijos hasta la "puerta dorada" del puerto de Nueva York. Para ser aceptados deben someterse a un estudio eugenésico, ser sanos, renunciar a muchas de sus costumbres, resignarse para no quedar a la deriva.

"No es una película sobre la inmigración, sino sobre el pasaje del hombre antiguo al hombre moderno", explicaba Crialese en diálogo con LA NACION, cuando estuvo aquí para el preestreno de su película. "Llegué a los Estados Unidos cuando tenía 26 años y estuve allí durante una década. Me inspiró mucho; me quedó en la cabeza: no hay una razón particular ni precisa, sino un interés renovado más allá del tiempo", reflexiona. "Cuando entré al museo de Ellis Island en Nueva York, vi en las fotos de los inmigrantes miradas muy especiales. Hoy nosotros sabemos más de la Luna que ellos de ese nuevo mundo en aquellos tiempos", dice. "Primero investigué mucho; después empecé a leer sus cartas y reconstruí en mi cabeza la idea de una familia de entonces Yo fui el primero en mi familia en emigrar", aclara.

Historia y memoria

"No podía encontrar un lugar mejor que Buenos Aires para filmar. Sin embargo, la decisión de hacerlo aquí fue, en principio, económica Creo que los argentinos son los más parecidos al italiano antiguo. Los italianos de hoy están muy contaminados, muy capitalistas, muy a tono de la economía de mercado. Cuando llegué y empecé a hacer el casting, me encontré con rostros muy interesantes, de gente que había vivido esa experiencia a través de sus padres o abuelos, como Condito. Es mejor un porteño que un ítalo-norteamericano de Brooklyn. De pronto me encontré en un lugar con mucha participación y energía. Viví una experiencia única", insiste, y agrega: "Durante el rodaje, vi a varios argentinos llorando: me emocionó mucho".

Crialese explica que eligió la emigración a los Estados Unidos porque la que llegó a la Argentina fue "más afortunada". "Eran campesinos y la única cosa que sabían hacer era trabajar la tierra; no sabían qué era una fábrica. Estaban acostumbrados al aire libre, a comprender el viento, las estaciones. Los que llegaron acá fueron más felices que los que llegaron a Nueva York", dice.

"Lo más extraordinario fue descubrir que en Ellis Island funcionó el primer laboratorio de inmigración, que experimentaba a partir de las características biogenéticas de cada raza para decidir qué era lo mejor para mezclar con los anglosajones que habían colonizado la región", recuerda el cineasta.

Dijo el cineasta: "La historia no existe, porque es muy subjetiva: la historia es de quien la cuenta, del gobierno que decide qué libro de historia deben leer los chicos en la escuela. La memoria es más importante y humana que la historia: más subjetiva, pero siempre selectiva. Hacer un film histórico implica muchos problemas: necesito enfrentar el tema como si fuese de la memoria. No quise ser obsesivo con la reconstrucción; como la memoria, me gusta mezclar. Eran los personajes los que tenían que contarme la historia de ese hombre que cruzaba el océano para trabajar una nueva tierra".

Fuente: La Nacion

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