Susana Velleggia, directora del encuentro, explica la lógica de la muestra, que buscará estimular la creatividad en los chicos.
La oferta cultural para los chicos y los adolescentes es muy variada en la ciudad de Buenos Aires, pero la propuesta del Festival Internacional de Cine Nueva Mirada para la Infancia y la Juventud, que comienza el próximo jueves, es que también sean protagonistas: en su séptima edición, a los trabajos de directores de varios puntos del planeta se suman las de cortos y largometrajes hechos por “Sub-18”. Bajo el lema “Diferentes, pero con iguales derechos”, los organizadores buscan romper con la tradición de los tanques hollywoodenses y abrir el abanico de representaciones culturales. Susana Velleggia, directora del festival, afirma a PáginaI12 que apuntan a “formar nuevas miradas, y diversas. Estamos en contra de la mirada única, creemos en la diversidad cultural y que creemos que es un derecho: así como la identidad cultural fue consagrada como un derecho humano, no puede haber identidad sin diversidad”.
Para Velleggia, la variedad de trabajos de diversos puntos del globo (ver aparte) aporta “crecimiento, riqueza y diversidad cultural. Ninguna cultura crece y se desarrolla sin diversidad”, sostiene, y está convencida de que “la diversidad es a la cultura lo que la biodiversidad al medio ambiente. Se hace tanto hincapié en preservar la biodiversidad y, sin embargo, una diversidad que es fundamental inclusive para que ella exista como la cultural –porque las relaciones entre el hombre y la naturaleza están mediadas por la cultura– no se tiene en cuenta. Eso es empobrecimiento”, se lamenta, ya que “a través del cine nosotros podemos ver otras realidades sociohistóricas, otras culturas. A través del cine iraní, nuestros niños toman contacto con la vida de los chicos iraníes. O con los de Finlandia, que es otra realidad completamente distinta”.
Desde la Asociación Civil Nueva Mirada entienden la diversidad cultural como un derecho, pero –según Velleggia– “los niños de nuestro país no gozan de ese derecho; están siendo entrenados en la mirada única. Más del 90 por ciento de la oferta de cine –sobre todo en las vacaciones de invierno– y la televisiva proviene de Estados Unidos. Pareciera ser que los chicos no son sujetos de derecho, se los trata más bien como objetos de consumo, y esto es muy grave para una sociedad”, ya que “en la sociedad del conocimiento las materias primas no son la soja, ni los commodities, sino la creatividad y la capacidad de innovar, el conocimiento que se aplica a distintas ramas de la industria. Hoy, las industrias son creativas o no son. Esto significa que hay un componente humano que no puede hacer ninguna máquina. Acá reside el futuro de las sociedades”, analiza.
También, asegura la directora del festival, se busca dar las herramientas para que los chicos puedan formarse en el campo del audiovisual, que en el siglo XXI excede los tradicionales, cine, televisión y video. “No hablamos de formación en destrezas –cuenta–. Hasta un chimpancé, si lo entrenás, puede manejar una computadora; otra cosa son las competencias que involucran valores, capacidad de discernimiento y desarrollo cultural de las personas”, dice, y explica: “Hoy es el núcleo de la convergencia tecnológica e incluye videojuegos, Internet, telefonía celular y telecomunicaciones, cuyo principal mercado a nivel global son los jóvenes. Entonces, la mirada única es culturalmente empobrecedora y además significa una visión única del mundo. Formar la percepción humana es formar la capacidad de percibir el mundo, no sólo el arte o el cine. La formación audiovisual es tan importante como la alimentación”, sostiene.
Que el festival tuviera continuidad le dio la posibilidad de entablar diálogos con los chicos que van a ver las películas, oportunidad de enterarse de lo que se ve desde las butacas. “Nosotros entrevistamos a los chicos a la salida de las funciones, y dicen cosas fantásticas. O sea: el problema no son los chicos para que les den esa basura de oferta sino los programadores”, sintetiza, pero “hay un dato que es preocupante: muchos entran por primera vez a una sala de cine en nuestro festival, a los 11 o 12 años, con la escuela porque hacemos funciones gratuitas, y eso es terrible porque tienen un mundo muy empobrecido, son chicos que no pueden proyectar un futuro. Muchas veces les preguntás qué quieren ser cuando sean grandes, y ni se les ocurre que pueden ser algo de grandes. Viven al día. Estamos cercenándoles el futuro, que existe a partir de que vos lo proyectás; no viene con la lotería porque acertaste el número ganador”, reflexiona.
A partir de su experiencia como conocedora del rubro, Velleggia también propone medidas para favorecer la producción cultural nacional, ya que “los públicos de la cultura no surgen por generación espontánea sino que se forman sobre la base de la oferta”, y propone: “Se podrían sancionar cuotas de importación de películas, como tiene la Unión Europea. Francia y Reino Unido empezaron en los ’50 con programas de formación en recepción crítica de medios. Y Francia hoy es el único país de la UE en el que su producción fílmica va por delante en recaudación del cine de la gran industria de Hollywood. Una política de Estado de esta naturaleza, llevada adelante con persistencia, da resultado”, concluye.
Fuente: Pagina12
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