Arrancó este lunes la segunda semana de la Mostra de Venecia con nada menos que tres contendientes oficiales por el León de Oro, trabajos que a pesar de sus diferencias formales coinciden en centrarse en los recovecos del alma humana. En "El topo" ("Tinker, Tailor, Soldier, Spy") se trata de los viejos buenos tiempos de la Guerra Fría, en "Dark horse" de un tipo que ha madurado sin salir de casa de sus papás, y en la china "Tao jie" (Una simple vida) de la vejez.
Una de las más conocidas obras del maestro del espionaje literario John Le Carré, "El topo", convertida en miniserie hace más de tres décadas (bajo el título traducido textualmente del original británico como "Calderero, sastre, soldado, espía"), ha sido llevada ahora a la gran pantalla de la mano del escandinavo Tomas Alfredson ("Déjame entrar / Criatura de la noche") y de productoras europeas, con el presunto apoyo del propio autor, que figura como productor ejecutivo pese a la escasa simpatía que ha mostrado por las adaptaciones de sus obras.
Un reparto espléndido de actores británicos (Gary Oldman, Colin Firth, Tom Hardy, John Hurt, Toby Jones, Mark Strong, Benedict Cumberbatch...) ponen todo su talento, que es mucho, al servicio de esta aventura del maduro agente Smiley del MI5, en los tiempos de la Europa dividida, el conflicto latente con el bloque soviético, sus traiciones, infiltrados y otras incertidumbres. Lejos del estilo de James Bond o Jason Bourne, aquí no es precisamente la acción la columna vertebral del film, sino una aparentemente pausada intriga tanto o más inquietante.
"El topo" es gran cine, del de siempre, el que te mantiene disfrutando por los cuatro costados durante algo más de dos horas.
Algo menos ha apasionado la nueva y como siempre provocadora propuesta de Todd Solondz, "Dark Horse", en la que un resistente de la causa familiar (pasados los 30 sigue en el hogar en el que deambulan sus papás, nada menos que Christopher Walken y Mia Farrow) se enfrenta a una relación amorosa con una chica (Selma Blair) con similar renuencia a alzar el vuelo. El es Justin Bartha, pasado de kilos y de manías.
Para terminar la jornada, la hongkongnesa Ann Hui nos regaló un cocktail de sentimientos, humor y dolor llamado "Tao Jie", protagonizado por una anciana antaño abandonada por los suyos que ha pasado su vida como criada de una familia. Ya jubilada, es uno de los hijos a los que cuidó el que ha asumido los gastos de la siniestra y superpoblada residencia de ancianos en la que vive. La intensidad del resultado ha sido la pequeña sorpresa del día, en esta Mostra donde se acumulan estimables películas que van a poner muy difícil el palmarés que se conocerá el próximo fin de semana.
Fuente: Noticine
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