Cientos de jóvenes argentinos presentaron hoy en Buenos Aires los cortos realizados gracias al proyecto "Un minuto por mis derechos", de Unicef, en el que los más aislados han podido acceder a las cámaras de cine para contar lo que piensan y sienten a los adultos.
En su cuarta edición el proyecto ha reunido a 650 jóvenes de entre 14 y 21 años procedentes de doce provincias de Argentina, y además de recordarles sus derechos con charlas y talleres les ha colocado frente a una cámara o tras los controles de sonido para que sean ellos mismos quienes alcen su voz.
"Buscamos a los chicos más vulnerables, con menos oportunidades, los menos escuchados y los que más necesitan ser escuchados, porque tienen más necesidades y menos derechos satisfechos", explicó a Efe Paula Chinellato, de Unicef Argentina.
Los jóvenes han aprovechado la oportunidad de rodar un corto de un minuto contando lo que quieren que se sepa y, como explicó una de las participantes en la presentación, a través de los sus trabajos se puede ver que la juventud "no siempre está de joda (fiesta)" y tiene "pensamientos que se deben valorar".
En los 75 cortos que se vieron hoy en Buenos Aires, escritos, producidos y protagonizados por los adolescentes, había poca fiesta.
Lo que sí había era denuncia social contra la forma de tratar a los menores, temáticas complejas que reflejaban qué es lo que preocupa realmente a los adolescentes argentinos.
Drogas, embarazos no deseados, abortos, agresiones sexuales, trabajo infantil, estudios, problemas familiares, alcoholismo, búsqueda de identidad, amor, desamor, contaminación, discriminación, autoridad paterna, incapacidad física...todos los problemas que los adultos creen que los adolescentes no ven se proyectaron hoy en la gran pantalla.
Susana Landau, coordinadora del proyecto, explicó a Efe que el objetivo es "elevar la voz de los jóvenes y comunicar a la sociedad sus problemas, sin estereotipos y sin prejuicios".
La mayoría de los adolescentes que trabajan en el proyecto provienen de zonas aisladas, pueblos o ciudades pequeñas, y de clases sociales bajas, por lo que las historias que pueden contar son más crudas.
"Acercamos a los chicos alejados a la brecha digital porque hay zonas invisibles y hay que hacerlas visibles", continuó Landau, quien aseguró que además de familiarizarse con las técnicas cinematográficas a los jóvenes que forman parte del proyecto "se les abre la cabeza y empiezan a reflexionar sobre cosas que nunca habían podido imaginarse".
Esa realidad la confirma Danilo Prieto, un joven de 18 años nacido en Misiones (norte argentino) quien sostiene que gracias a la experiencia de "Un minuto por mis derechos", por haber viajado y haber conocido gente "de todos lados", él y sus compañeros han "ampliando" su "campo de visión" y ahora su "concepción del mundo es otra".
Los talleres de aprendizaje duraron cinco meses, durante los cuales además de aprender el lenguaje audiovisual los participantes reflexionaron sobre sus derechos y sus realidades y sobre cómo plasmarlas en un corto.Fuente: Yahoo
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