El 30 de abril exactamente debería estrenarse la segunda parte de la película más taquillera del año. Así funcionan las cosas en Hollywood, todavía sin guión y con el director Jon Favreau pidiendo calma lo cierto es que el éxito de la cinta asegura el contrato de los principales protagonistas para dos secuelas más.
Aunque Iron Man se encuadra más al lado de Xmen 2 y Spiderman 2 que de bodrios infumables como Los 4 Fantásticos, Daredevil o The Punisher (El Hulk de Ang Lee vive en un limbo fuera de ambas tendencias) no dejo de pensar en como se mueve el engranaje de la industria americana.
Sería mediados de los 80 cuando vi un documental sobre como actúan los estudios. Una sala llena de personas sentadas en mesas con una guía telefónica y un teléfono: ‘Perdone, estamos haciendo una encuesta desde Hollywood, se va a rodar una película que se llama Robocop que va de tal y tal, usted iría a verla ¿sí, no o no sabe?’. La perspectiva temporal nos confirma así que Verhoeven se hizo un sitio en la industria norteamericana gracias a que venció el sí.
Las películas se venden ahora por paquetes. Una fórmula habitual es la siguiente: ‘Tengo una historia con tales protagonistas, vamos a conseguir financiación’ ‘¿Quien es el director?’ ‘Eso ya lo veremos más adelante’. Aunque no nos engañemos, ya en los 30 Irving Thalberg popularizó la técnica de estrenar la película en un pase privado para modificarla si el público no respondía como tenían pensado, por no hablar del rígido sistema de los estudios en los 40 (‘Gary Cooper ve desempolvando el sombrero que el lunes empezamos una del oeste’) o de como capaban continuamente la obra de directores demasiado rebeldes como Orson Welles.
Se pueden encontrar buenas películas dentro de un marco de este tipo, pero también es cierto que muchas veces la sinceridad y la honestidad (no así el éxito o la calidad en la distribución) vencen por goleada desde otras latitudes.
Fuente: Extracine
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