O al menos, ésa es la intención de Wes Craven, que anda ansioso por ponerse de nuevo manos a la obra con sus deformes humanoides. Aunque, eso sí, no de cualquier manera. Sólo lo hará si consigue que la película se estrene en cines, en lugar de desfilar directamente hacia el mercado del DVD.
“Las colinas tienen ojos”, remake de la setentera cinta homónima de Craven (autorizado y producido por él mismo), fue dirigida por el francés Alexandre Aja, especialista en rodar pelis de terror con mucha sangre, visceras y mutilaciones. Unos mineros mutados a causa de unas pruebas nucleares que el gobierno estadounidense efectuó cerca de sus terrenos, se dedican a secuestrar a personas que pasan cerca de sus dominos, para practicar con ellas todo tipo de vejaciones, ensañamientos y torturas. Unos angelitos. Aunque claro, cierto grado de culpa tienen los que juegan con bombas atómicas, como siempre. Sinceramente, creo que la película consiguió su objetivo principal: aterrorizar, y muchos críticos la consideraron mejor que la original de Craven. A esta cinta la siguió -sin Aja a bordo- “El retorno de los malditos”, secuela donde se repetía la sangrienta historia con unos militares que buscaban a unos científicos desaparecidos en el desierto.
Ahora, Craven quiere darle una vuelta de tuerca al asunto con miras a integrar en la sociedad occidental, a menudo repleta de prejuicios hacia aquellos que son diferentes, a los miembros de una civilización mutante que sobrevive a través de los años tras haber sido irradiada por las susodichas pruebas nucleares. ¿Qué podrían aportarnos unos seres que han demostrado una capacidad de supervivencia sobrehumana? Ésa es la pregunta que Craven quiere responder. Veremos si le dejan.
Fuente: Extracine
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