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sábado, 18 de junio de 2011

Primer catálogo de cine argentino en internet


Toda la información sobre el cine documental y de ficción producido desde 1976 hasta 2011 que tiene vínculos con la última dictadura militar está reunida en “La dictadura en el cine”, un catálogo disponible en Internet.
Ricardo Piglia, Lita Stantic, Gonzalo Aguilar y Fernando Martín Peña reflexionan sobre la función del cine que, sólo en 2010, produjo 30 películas que miran hacia esa época.
Garage Olimpo, la película de Marco Bechis que transcurre en un centro clandestino de detención, funciona como emblema del cine sobre la última dictadura militar.
Y aunque tiene a Cecilia Roth de protagonista, Kamchatka tiene a un niño de 10 años que vive un exilio interno como punto de vista de la misma época.
Pero también están aquellas películas que fomentó el propio régimen dictatorial, con una lógica todavía a descifrar, como las sagas de los Superagentes, de Palito Ortega y Carlitos Balá, por un lado, y Porcel y Olmedo por otro, que en muchos casos se filmaban en las mismas locaciones donde muchos sufrían el cautiverio.
La dictadura en el cine, el catálogo online elaborado por un equipo de Memoria Abierta, las reúne a todas: casi 450 películas de ficción y documentales –filmadas entre 1976 y 2011– sobre la dictadura, referidas a y de la propia dictadura, quizás la zona más compleja e innovadora del trabajo.
“El cine es vehículo de ideas pero también de formas de ver el mundo; es uno de los modos que la sociedad tiene para pensarse a sí misma”, definió Marcela Visconti, del equipo de Memoria Abierta a cargo del proyecto, durante la presentación en el auditorio repleto del Malba, donde Ricardo Piglia –uno de los invitados– recibió un aplauso por el premio Rómulo Gallegos.
“El vínculo del cine con lo real no está en capturarlo sino en procesarlo –agregó Visconti–, en este sentido, los títulos dan cuenta de una relación con la dictadura a través de muchos desvíos, alusiones, construcciones metafóricas y alegorías”, explicó.
Definido por un carácter inclusivo, el catálogo está completo en Internet, es de acceso libre y público y ordena información que estaba muy dispersa según tres criterios: un índice cronológico, uno alfabético y otro temático.
También hay filmes que requieren una lectura más amplia, como Camila, de María Luisa Bemberg, que fue estrenada en la primavera democrática y, aunque temáticamente se refería a otra época, el tiempo resignificó.
“Las películas trascienden a la intención del director cuando las hace”, reconoció Lita Stantic, la productora. “No sé si los miedos están ahí, si está tan clara la metáfora: la intención fue hacer una película adulta en un cine que no presentaba absolutamente nada”.
La tarea de catalogación y edición –que comprende la elaboración de fichas técnicas, la redacción de sinopsis, la búsqueda de links al trailer, recuperación de afiches e imágenes, más la adquisición de la mayor cantidad de copias disponibles de cada filme– ya dio lugar a las primeras conclusiones: sólo durante 2010 hubo 30 películas que miran hacia los 70, una tendencia creciente que se sostiene en los últimos años.
“Esto da cuenta que es necesario seguir reflexionando sobre lo que nos pasa y que el cine es una de las formas que tenemos para hacerlo”, reflexionó Visconti.
“El cine es un lenguaje y un vehículo de transmisión privilegiado, porque recoge elementos del trauma personal y social; del drama institucional y político que pasan a constituir contenidos de la memoria y de la cultura colectiva de una sociedad”, declaró la directora de Memoria Abierta Patricia Valdez, que destacó además el trabajo colectivo, con el apoyo de directores de cine, investigadores académicos, bibliotecas y un comité de asesores, y la embajada de los Países Bajos, fundamentales para el proyecto.
“Como emprendedores de memoria, siempre buscamos formas nuevas para asegurar la transmisión significativa del acervo colectivo”.
“Argentina es único país del mundo con cuatro cineastas asesinados directa o indirectamente por la dictadura: Pablo Zsir, Jorge Cedrón, Raymundo Gleyzer y Enrique Juárez. Y eso no ha sucedido jamás en ninguna otra parte del planeta”, aseguró Fernando Martín Peña, responsable del área de cine del Malba, haciendo un aporte a la relación tan compleja entre cine y dictadura que el catálogo pone de manifiesto.
“Es el caso más extremo de censura que existe en el mundo, y sus películas no han sido totalmente repatriadas”, prosiguió, con la intención de promover, además de la divulgación, la conservación del material fílmico: “En muchos casos son películas realizadas por gente que fue muerta. Y tienen que ser conservadas no para nosotros o para nuestros hijos: tienen que ser conservadas para siempre”.
La fiesta de todos, de Sergio Renán, alguna vez fue votada como la peor película argentina de todos los tiempos, “por lo servil que fue y la lógica que mezclaba una comedia de entretenimiento familiar vinculada al fútbol con el mensaje de un país en paz, en el que los enemigos habían sido derrotados”, según el profesor y crítico Gonzalo Aguilar, miembro del consejo asesor, que puso de manifiesto un desinterés tanto por la estética como por la política en la última dictadura argentina.
En ese sentido, uno de los grandes hallazgos del catálogo es “Estoy herido”, Ataque! (1977), una película que reconstruye el Operativo Independencia de 1975 en Tucumán, realizado para la televisión y que se puede ver en dos partes en YouTube.
“Cuando me dieron la película inédita me dio ilusión –confesó Aguilar– pero inmediatamente me resultó anodina y sin ninguna gracia. Y quizás lo más interesante sea su fracaso en construir una narración, personajes que avancen, un conflicto real, ni siquiera tiene una propuesta estética: porque esa visión moral a la que subordina la estética y la política no admite la inclusión del otro”, concluyó.
En la Web de Memoria Abierta también se pueden ver fragmentos de Murallas de la libertad, una película danesa, también inédita. Las películas del catálogo completo están a disposición del público en la Archivo de Memoria Abierta, y el catálogo en sí mismo en permanente expansión, para recuperar esas películas perdidas y olvidadas que cualquiera puede sumar.
“Porque son los recuerdos, los documentos y los archivos –como remarcó Ricardo Piglia– los que van a construir la memoria y nos van a permitir a todos entender la historia de este país”.



Fuente: Homocinefilus

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