
La comedia argentina Un cuento chino protagonizada por Ricardo Darín ha alcanzado la impactante cifra de casi un millón de espectadores en su país y continúa su éxito ahora por el mundo. La cinta es dirigida por Sebastián Borensztein.
Darín interpreta a un personaje avejentado, solitario, hosco y lleno de manías. Un personaje que esconde una tragedia pero cada vez que mira a la cámara conquista al público que le
Pocos actores saben interpretar tan bien a un tipo corriente y sencillo, con sus manías, sus alegrías, penas y miserias. En este caso se mete en el papel de Roberto, un ferretero que colecciona noticias insólitas que recorta de los periódicos. Un tipo, atrapado en el tiempo, cuya vida no ha cambiado en 20 años y cuya existencia está marcada por una férrea rutina.
Todo cambia para Roberto cuando una vaca cae del cielo en un lago de China, convertida en un misil de 700 kilos, y acabando con la vida de la prometida de Jun (Huang Sheng Huang). Una anécdota tan increíble, que solo podía estar basada en hechos reales. (Para comprobarlo solo tenéis que permanecer en la sala un par de minutos cuando comiencen los títulos de crédito). El joven chino se queda solo y decide viajar a Argentina en busca de su único pariente vivo. Y, por circunstancias de la vida, termina aterrizando a los pies de Darín. Desde ese momento, el ferretero ve cómo el chino afecta a su maniática rutina e intenta deshacerse de él por todos los medios, sin conseguirlo. Y comienza el recital interpretativo de Darín, muy bien secundado por Huang Sheng Huang y Muriel Santa Ana, que interpreta a una joven enamorada de Roberto. Una historia de amor que se queda en segundo plano.
Lo que realmente mueve la historia es el choque cultural entre Roberto y su huésped forzoso. Una oportunidad para comprobar como ningún país, por grande que sea, es el ombligo del mundo. Entonces se producen situaciones divertidas, algunas incluso surrealistas, pero que no necesariamente se desprenden de situaciones graciosas.
El director y guionista Sebastián Borensztein ha terciado para asegurar que “lo que tienen esta película y Ricardo es que en ningún momento quieren ser graciosos”. “Nos han dicho que la película es un homenaje al corazón de los argentinos. Da lugar a muchísimas lecturas, con un abanico de emociones desde lo más divertido a lo melancólico. No es una película perfecta, pero sí es carismática, y por eso conecta con el público”, ha afirmado.
Darín ha apuntado que su personaje, que “ha cortado relaciones con el mundo exterior”, le parece atractivo porque no tiene “nada que ver” con él, algo que, según ha dicho, “siempre es una ventaja para un actor, puesto que puede visualizarlo lejos y sentirse con más libertad”. “Agradezco cuando no tengo nada que ver con el personaje porque es una liberación y una catarsis. La intención era no pasarse, tratar de estar en el punto de equilibrio, que es lo más difícil en las comedias”, ha explicado, para después reconocer que le parecería “genial estrenar en China”.
Borensztein ha agregado que esta es una “fábula, y el absurdo la motoriza y la lleva adelante narrativamente”. “Es absurdo que hubiera una guerra entre Inglaterra y Argentina, y es absurdo que una vaca caiga desde el cielo y hunda un barco, pero no es absurdo que dos personas en las antípodas se entiendan y uno dé al otro la llave para arreglar su propia vida”, ha indicado.
Finalmente, ha agregado que “el chino no entiende nada desde el punto de vista oral, pero sí en el gestual, a pesar de que no interpreta los gestos igual que los occidentales”. “Hay una mirada occidental que no le da sentido a las cosas, y otra oriental que justifica la realidad dándole sentido a todo a pesar de no tenerlo. Es ahí donde el absurdo cobra sentido”, ha sentenciado.
Fuente: Homocinefilus
Fuente: Homocinefilus
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