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jueves, 4 de junio de 2009

Pedro Almodóvar, nombrado doctor "honoris causa" por Harvard


El cineasta español Pedro Almodóvar se reconoció hoy emocionado al sumar a su palmarés el nuevo reconocimiento de doctor "honoris causa" en Artes por la prestigiosa universidad estadounidense de Harvard.

En declaraciones a Efe, subrayó la importancia de este reconocimiento para él. "Yo no he ido a la universidad, soy una persona autodidacta, sin embargo, mi obra es estudiada aquí exhaustivamente", dijo no exento de orgullo.

Almodóvar afirmó que recibió la noticia de este doctorado hace varios meses, "con sorpresa y alegría", cuando rodaba "Los abrazos rotos".

"La noticia la recibí con mucha ilusión pero cuando lo estoy disfrutando realmente es ahora", dijo el cineasta que no se perdió detalle de una ceremonia solemne en la que se graduaban 6.700 alumnos, que sin duda le darían para una película.

"Me iba fijando en todas esas caras tratando de pensar qué van a hacer estos chicos en el futuro, porque algunas nos van a salvar y otras nos van condenar", dijo.

El público de EEUU se ha volcado con el director manchego en los últimos años, en los que cada vez se ha fascinado más por sus películas pero también por el carácter del cineasta.

De hecho, dos de sus cintas han sido premiadas con el Oscar, "Hable con ella", que recibió la estatuilla por el mejor guión en 2002 y "Todo sobre mi madre", reconocida como la mejor película en lengua extranjera en 2000.

Vestido con túnica roja y birrete, Almodóvar recogió su diploma en un acto que para el cineasta ha sido una experiencia "muy emocionante".

Almodovar reconoció que el premio tiene un especial significado para él porque nunca fue a la Universidad y este nombramiento, hasta ahora, sólo lo han recibido tres españoles ilustres: el rey Juan Carlos (1984), el arquitecto Josep Lluís Sert (1967) y el pintor Joan Miró (1968).

En el acto de hoy, a Almodóvar le llamaron la atención los colores, la actitud de los alumnos y el hecho de que, bajo las serias togas, los chicos fueran vestidos con pantalón corto.

"Todo esto es muy interesante y está muy bien vivirlo. Si me quedo dos meses más hago una película", bromeó.

Almodóvar dijo a Efe que antes de volver a España pasará el fin de semana en Nueva York para ver a algunos amigos. Lo que no sabe es si tendrá oportunidad de ver a su amiga y musa Penélope Cruz, que se encuentra de viaje, aunque según dijo empezará pronto con la promoción en Los Ángeles de "Los Abrazos Rotos" y "Nine".

El director fue investido "doctor honoris" causa junto con otras nueve celebridades en otras materias como Steven Chu, Premio Nobel de Física en 1997 y actual secretario de Energía estadounidense; el doctor Anthony Fauci, investigador del VIH, y la antropóloga Sarah Blaffer.

También recibieron este reconocimiento, el bioingeniero Robert Langer, la profesora de historia de religión de la Universidad de Chigaco, Wendy Doniger; el profesor de leyes y filosofía Ronald Dworkin y el antiguo director de la biblioteca de Harvard Sidney Verba.

La escritora y periodista Joan Didion obtuvo el doctor honoris causa de letras y el de música fue para el músico de jazz, Wynton Marsalis, que interpretó con su trompeta "America the Beautiful" y "When the Saints Go Marching In" ante los más alumnos la 358 promoción de Harvard.

Havard, situada en Cambridge (Massachusetts) es una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos y desde sus comienzos en el siglo XVIII, ha concedido 2.000 doctorados "honoris causa".

El primero de ellos fue a Benjamin Franklin en 1753, y también a otros como Albert Einstein (1935), John F. Kennedy (1956), Mohammad Reza Pahlavi (1968), Octavio Paz (1980), la madre Teresa (1982) y Nelson Mandela (1998).

Fuente: Yahoo

domingo, 1 de junio de 2008

ENTREVISTA A LA CANTANTE Y ACTRIZ ESPAÑOLA LEONOR WATLING, PROTAGONISTA DE “LOS CRIMENES DE OXFORD”


“La única regla que tenemos es que manden las canciones”


La protagonista del film Los crímenes de Oxford sorprendió con su otra faceta artística. Tiene una banda, Marlango, que publicó un disco notable: The electrical morning. Allí aparece, aunque fantasmalmente, Jorge Drexler, su pareja.

Por Roque Casciero

“Es muy retorcido, sí”, se ríe Leonor Watling cuando se habla del origen del nombre de su banda, Marlango. Pero la cantante y actriz española, protagonista de Los crímenes de Oxford (de Alex de la Iglesia) y Hable con ella (Pedro Almodóvar), explica que la primera vez que escuchó ese nombre en la boca de Tom Waits supo que si algún día tenía una banda, se llamaría Marlango. Y lo de retorcido fue porque la escuchó de la garganta áspera de Waits en la introducción de un tema del disco pirata Cold beer in a hot night (de un concierto de 1979). “Nos ha ocurrido que al explicar de dónde viene el nombre dijeran que somos una banda inspirada en Tom Waits, y realmente no es así –se ataja la cantante a través del teléfono–. En realidad, espiritualmente somos deudores de Waits, como de Leonard Cohen, Paolo Conte y otros artistas maravillosos como ellos, pero no en lo musical. Como fan de Waits, si me regalaran un disco de Marlango diciéndome que tiene algo que ver con él, no me gustaría nada. Pero soy una freak de las palabras, apunto algunas que me gustan, y cuando escuché ‘Marlango’ me pareció preciosa.”

En realidad, como lo demuestra el reciente CD The electrical morning, el trío que completan el pianista Alejandro Pelayo y el trompetista Oscar Ybarra está más cerca del sonido más refinado que consiguieron los Cowboy Junkies, o de la PJ Harvey más reflexiva y menos guitarrera. Paradójicamente, es el disco de Marlango con mayor preminencia de las guitarras. “La única regla que tenemos es que manden las canciones –explica Watling–. Hay algunas en las que, aunque queramos cambiarlas, sólo puede ir piano y voz. Y a otras, como ‘Mind the gap’, le echamos paladas de cosas-minimoogs, ondas martenot, cuerdas, piano, segunda guitarra, otras voces– y entraba todo. Ha sido por lo que pedían las canciones, no por una decisión estética de meter más guitarra porque sí.”

–¿Qué tiene de especial esa “mañana eléctrica” a la que hace referencia el título del disco?

–El título es de Alejandro, que es nuestro titulador oficial, y me gustó porque en realidad el disco no tiene un hilo conductor. Las canciones son las que nos salieron durante un año, mientras estábamos de gira con el segundo disco. Cuando él me enseñó ese título realmente entendí la conexión que las canciones tenían entre sí. La mañana eléctrica es esa hora que no pertenece a nadie, en la que puedes estar muy cansado si todavía no has dormido, o lleno de esperanza porque acabas de despertarte y tienes todo el día por delante. Esa hora tiene una energía muy aguda, porque aunque no hayas dormido, el momento en que sale el sol te da una inyección de estamina. Y nosotros, como banda, musicalmente también estamos en una tierra de nadie.

–“Shout”, la canción que abre el disco, tiene un “yo” narrador que se describe como lo peor, pero en el estribillo habla del grito como modo de bajar esa maldad. ¿Se trata de la misma persona, con su lado bueno y su lado malo, o son dos diferentes?

–Es una, porque es una especie de canción de autoprotesta (risas). A veces uno se siente muy asqueado porque cada página del periódico que pasa es peor que la anterior, pero de repente uno se da cuenta de que también forma parte de ese monstruo. Creo que la canción es tan violenta y tan agresiva porque me la agarro conmigo.

–Dijo que las canciones no tenían un hilo conductor, pero después de “Shout” (Grita) viene “Silence” (Silencio).

–Sí, es verdad. El orden de un disco es lo más difícil para mí. En un momento intenté separar las dos canciones por los títulos, pero musicalmente iban súper bien una después de la otra. Ahora que pasó algo de tiempo, sí creo que a través de todo el disco hay algo de buscar y apreciar: el silencio. Así que supongo que ése es el hilo conductor.

–La voz de su pareja, el uruguayo Jorge Drexler, aparece fantasmal en “Hold me tight”. ¿Querían que fuera cálida además de sexy?

–La voz está una octava por debajo, casi hablada. En realidad, es así porque lo pedía la canción. No es que la canción para porque entra el invitado y luego sigue. Lo mismo pasa con la participación de Miguel Bosé, que está casi como maestro de ceremonias. No buscamos que los temas tengan guiños personales, porque para eso te vas a cenar con el invitado y ya está (risas). Tenemos la suerte de contar con amigos muy talentosos que se acercan a las canciones igual que nosotros, buscando qué es lo que hace que sea mejor. A Miguel le ofrecimos dos canciones, pero llegamos juntos a la conclusión de que en la otra no hacía falta una segunda voz.

–En una entrevista ustedes compararon a Miguel Bosé con David Bowie. Con todo respeto, ¿no será mucho?

–(Carcajadas.) Es que David Bowie para mí está dentro de la Santísima Trinidad, igual que Tom Waits. Entre Bowie y Miguel hay muchísimas diferencias, pero él ha llevado adelante una carrera demencialmente valiente y tiene una voz con un registro increíble. Y él también ha pasado por los ’80, no se ha terminado de vestir de mujer pero casi, ha hecho películas y tiene una libertad enorme, muy divertida. En ese sentido me recuerda a Bowie.

–¿Cómo fue que empezó a escribir canciones?

–Tengo toneladas de cuadernos donde escribo cosas, pero no era nada en concreto: poemas, pensamientos... Cuando conocí a Alejandro Pelayo, primero hicimos cientos de versiones de temas de otros, pero luego descubrí que la canción me daba el espacio perfecto para soltar lo que tenía dentro. Y como Alejandro siempre ha escrito música, las canciones que teníamos ganas de escribir les ganaron a las que ya estaban escritas.

–¿Recuerda el momento en que esos pensamientos escritos en un cuaderno se hicieron canción por primera vez?

–Creo que sí me acuerdo, aunque se me había olvidado... ¡Es que la canción era terrible! Espero que la hayamos borrado de la mesa porque eran todos los tópicos de las canciones que llevábamos escuchando mucho tiempo. Después de muchísimos dibujitos de canciones, la primera en la que reconocimos que tenía algo nuestro fue una que salió en el primer disco, “Once upon a time”, que viene de una pieza que había escrito Alejandro para cuatro clarinetes. Yo la escuché y tenía una letra escrita que encajaba perfecto. La melodía y la armonía ya estaban, pero luego escribimos juntos casi todas las canciones desde cero.

–Como banda, ¿al principio los perjudicó o los benefició que usted fuera una actriz famosa?

–Creo que un poquito de los dos y que es normal que así sea. A ninguno de los tres nos importaba mucho porque, como decía antes, aunque nos prohibieran tocar, lo haríamos igual. Era un disco tan honesto que en la primera escucha la gente se dio cuenta de que no era “Ay, mira, la actriz se aburre y ha hecho un disco como quien hace manualidades” (risas). Pero es verdad que tienes un período de castigo. En principio tienes muchas más puertas abiertas que si no te conocieran, pero a la vez también hay un peaje, que es demostrar si es de verdad o no. Pero como no teníamos prisa, tampoco nos importaba ese peaje.

–En su caso, ¿la actuación y la música se retroalimentan?

–En la música me siento muy libre y muy dueña, decidimos cómo hacemos desde la fotografía de la portada hasta la última nota que suena en un disco. Y eso me encanta y me divierte. En el cine, en cambio, disfruto de pertenecer a un grupo que es como un ejército, donde soy una pieza más y mi responsabilidad es pequeña, aunque sea importante. Además, descubro mundos donde jamás entraría, porque hay historias que jamás se me ocurriría contar y un director me dice que me ve en ella. Por ejemplo, Alex de la Iglesia me ofreció el papel en Los crímenes de Oxford, y yo siento que ese personaje está muy alejado de mí, porque es una mujer súper carnal y muy directa. Entonces es muy divertido ponerse en otro sitio, con mucha menos responsabilidad y con una cantidad de estímulos diferente. Una cosa alimenta a la otra, porque después de una gira llego muy mansa a un rodaje: tengo muchas ganas de que me dirijan, me manden y me vistan. Y cuando termino una película salgo con muchas ganas de mandar, de escribir, de vestirme como quiero y de hacer mis cosas. Ahora que lo pienso, creo que nunca habría escrito “Not without you” si no hubiera hecho la película Malas temporadas, que era tan dura y como un viaje personal hacia el abismo. Eso me hizo escribir desde un sitio que, si no fuera actriz, a lo mejor no habría encontrado.

–¿En algún momento se le hizo difícil conciliar las dos cosas?

–Sí, es agotador físicamente, pero si te gustan mucho las dos sacas fuerzas. A veces hay que elegir y he perdido alguna película porque ya habíamos cerrado una gira, pero pierdo algo por otra cosa que me gusta mucho.

–Con Los crímenes de Oxford seguramente subirá su perfil como actriz. ¿Eso interferirá con la música?

–Creo que depende mucho de mí. De todas formas, es muy raro eso del perfil alto o bajo, es como un valor en la Bolsa: cuando eres actor tienes rachas en las que subes o bajas. Pero el tipo de carrera que me gusta es muy lento, muy a largo plazo. Cuando hice la película de Pedro Almodóvar era como estar cotizando en Wall Street, pero uno elige si le apetece entrar ahí. Podría haberme ido a hacer pruebas en Hollywood, pero justo en ese momento estaba empezando con Marlango y me apetecía más poner toda la energía en la música.

Fuente: Pagina 12

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