La rabia se quedó con el premio del público joven.

Una escena del film dirigido por Josué Méndez.
Anteayer, la muestra de cine de Aquitania que dirige Marc Bonduel llegó a su fin. Después de seis días en los que se vieron más de medio centenar de producciones latinoamericanas en su totalidad, y en los que tuvieron lugar numerosos encuentros vinculados a la cultura, se entregaron los Abrazos, que desde hace 17 años son los premios mayores del festival.
El evento, que este año contó con un presupuesto de alrededor de 700.000 euros, convocó a miles de espectadores apasionados por el cine proveniente de media docena de países de América latina. La sala del Atalaya, repleta, aplaudió con diferente intensidad los resultados, poco después de haber escuchado una memorable selección de temas, en vivo, del cubano Ray Cabrera y sus amigos, poco antes de recibir El nido vacío , de Daniel Burman, que presentaron Arturo Goetz e Inés Efrón en el escenario. El film llegó aquí una semana después de recibir dos premios -mejor actor y fotografía- en el Festival de San Sebastián, y fue recibido con calidez por un público que, de hecho, esperaba un remanso como éste después de tantos dramas de ficción o de la realidad en las pantallas.
Esta vez, la Argentina se fue con un lauro no oficial bajo el brazo: La rabia , de Albertina Carri, mereció aquí el premio a mejor largometraje del jurado de jóvenes europeos. Sin embargo, se supo poco después, a raíz de una intervención en el escenario de la presidenta del jurado de la muestra, la actriz Elsa Zylberstein, que la obra producida por Pablo Trapero era su apuesta personal, y habría peleado cabeza a cabeza con la ganadora a la mejor película, Dioses , del peruano Josué Méndez (que tiene una participación argentina en la producción), sin lograr, finalmente, el consenso deseado. Toda una paradoja, si se tiene en cuenta que la triunfadora comparte algunas referencias argumentales con Géminis (incesto en una familia de clase alta), que Carri estrenó hace tres años.
Dos films con historias paralelas que se rozan o se cruzan, como la chilena La buena vida , de Andrés Wood, y la mexicana Cosas insignificantes , de Andrea Martínez, se llevaron los premios a mejor actor (Roberto Farías) y mejor actriz (Aline Kuppenheim y Manuela Oyarzún), los tres de la primera, y el reconocimiento que entrega el público, en el caso de la segunda. El premio especial del jurado fue a manos de la brasileña Estômago , una muy interesante propuesta de Marcos Jorge.
En cuanto a documentales, el premio principal fue para La sombra de don Roberto , del chileno Juan Diego Spoerer, en tanto que Entre la luz y la sombra , de la brasileña Luciana Burlamaqui, recibió una mención especial y el reconocimiento del público.
Es importante destacar la selección de Jean-Christophe Berjon, delegado general de la Quincena de Realizadores de Cannes y programador de Biarritz, que se encargó de presentar con eficiencia y mucho humor todas las películas en competencia y algunas de las paralelas, con lo que dio un toque diferente a la muestra.
Fuente: La Nacion