miércoles, 5 de agosto de 2009

El arte de completar la historia


El Museo del Cine recuperó una docena de valiosas piezas mudas de colección

Lamentablemente, el cine argentino mudo desapareció casi por completo de las cinematecas locales. El menosprecio por la conservación del patrimonio cultural histórico, en este caso el del cine, no puede ser redimido con aquellos artículos que puedan leerse en revistas publicadas en las tres primeras décadas, es decir, su período silente, un capítulo que abarca poco más de tres décadas con cerca de un millar de títulos de todo formato y temática.

El Museo del Cine del gobierno porteño, con el aporte del Incaa, presenta este mes Mosaico Criollo, primera antología del cine mudo argentino, una colección de tres DVD más un libro que recupera una docena de cortos y largometrajes de aquellos primeros tiempos del cine nacional, una inédita colaboración de archivos públicos, como los del mismo museo, Aprocinain y el Archivo General de la Nación con privados, como la Cinemateca Argentina, que permitirá a investigadores y archivistas de todo el mundo tener un panorama de nuestro cine mudo más real del que se tenía hasta ahora. La colección, que no se comercializará, será destinada a centros de investigación y cinematecas locales y extranjeras e incluye algunos títulos que son imprescindibles a la hora de hablar de historia del cine argentino. También será proyectada en un ciclo del Malba, con algunas otras joyitas.

Los tres DVD incluyen los largometrajes Hasta después de muerta (1916), de Eduardo Martínez de la Pera, Ernesto Gunche y Florencio Parravicini, con este último y Orfilia Rico; La quena de la muerte (1929), de Nelo Cosimi, con el mismo director, Chita Flores y Floren Delbene; El último malón (1918), de Alcides Greca, acerca de la todavía fresca rebelión de los mocovíes, ocurrida en San Javier, Santa Fe, en 1904. Junto a estos trabajos sobresalen los algo más cortos Mi alazán tostao (1923), también de Cosimi; En el infierno del Chaco (1932), de Roque Funes; un documental sanitario escalofriante titulado La mosca y sus peligros (1920), de De la Pera y Gunche; el célebre La vuelta al bulín (1926), de José Agustín Ferreyra, con Alberto Escobar, así como cortos, como el que muestra operaciones en el viejo Hospital de Clínicas del Dr. Alejandro Posadas, registradas entre 1899 y 1900 por el pionero Eugenio Py con luz natural (los cirujanos sin barbijo ni guantes, como se estilaba en aquellos tiempos); el noticiero Actualidades argentinas , de 1913, presentado por Max Glucksmann; dos episodios de Film Revista Valle (1926 y 1931), de Federico Valle, y Mosaico criollo (1929), de Eleuterio Iribarren.

En el prólogo del libro Paula Felix-Didier, directora del Museo del Cine, asegura: "La producción de films mudos fue muy significativa y se encuentra entre las más importantes de Latinoamérica, pero menos del 10% de aquéllos sobreviven". Una docena de artículos, firmados por ella misma y Fernando Martín Peña, así como investigadores como César Maranghello, Andrés Insaurralde y María del Carmen Vieites, entre otros, aportan diferentes miradas a este necesario repaso de títulos que nadie, durante décadas, suponía que podían ser recuperados. Por suerte, ese momento llegó.

Fuente: LaNacion

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