Sí, son las palabras de moda. Una más vieja que la otra. La primera, con un boom durante los noventas que niega a ser extinguido. La otra, como un mero signo reciclado de la forma en que la industria toma ideas para comenzar desde cero. El asunto es que cuando se habla de remake, generalmente existe más mala onda pública contra los proyectos. “Se quedaron sin ideas”, dicen muchos. Esta es simplemente una oportunidad para reimaginar el material fuente para bien o para mal. Reinicio, por otro lado, es el “arte” de comenzar desde cero sin tener que rendirle cuentas a nadie, salvo a los fanboys que claman contra cualquier sacrilegio, pasándose por el traste con la cronología. Borrón y cuenta nueva.
En general, ambos apuntan a lo mismo pero con pequeñas diferencias. ¿Qué es peor?, difícil. Ambas de forma general son cortadas con la misma tijera y, salvo cuando existe un punto de vista autoral entre sus realizadores, generalmente la cosa termina en experiencias nefastas. ¿Buenos remakes?, La Mosca de Cronenberg, Cabo de Miedo de Scorsese, el western Los Siete Mágnificos basado en los Siete Samurai de Kurosawa, el Amanecer de los Muertos de Snyder, La Cosa de John Carpenter, Cara Cortada de Brian De Palma y la Invasión de los Ladrones de Cuerpo del ‘78. ¿Reinicios?, Batman Begins y Casino Royale.
¿A que viene todo esto?, pues que el anunciado remake de Hellraiser, esa locura ochentera con tintes sado-masos, no será un remake después de todo. Tendremos un reinicio de franquicia. De acuerdo al director Pascal Laugier (Martyrs), tomará elementos de la primera película junto con el material que lo originó todo: “The Hellbound Heart” de Clive Barker para crear un nuevo híbrido con Pinhead. ¿Remake?, ¿Reinicio?. Da lo mismo, mientras se siga el usual camino facilista de hacer todo mal. Y es que cuando se trata de películas de terror, cuando hablamos de remakes y reinicios, los peores ejemplos se encuentran en este género.
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