La lujosa villa vascofrancesa amanece con más cine que sol. Para compensar las lluvias, desde el lunes, el Festival de Cine y Culturas de América Latina viene presentando medio centenar de largometrajes y a numerosos invitados que, día a día, llenan sus tres salas, todas con una calidad de imagen y sonido, comodidad y seguridad envidiables.
La competencia oficial mostró hasta aquí un puñado de producciones recientes de destacable calidad, por ejemplo Cyrano Fernández , del venezolano Alberto Arvelo, una aproximación al clásico de Rostand en la Caracas actual; las brasileñas Los desafinados , de Walter Lima Jr., con eje en un grupo musical mezcla de bossa nova y jazz, empeñado en conquistar Nueva York, y Estomago , de Marcos Jorge, un relato entre marginal, culinario, carcelario y, finalmente, criminal. Capítulo aparte debe hacerse para Incómodos, comedia del debutante Esteban Menis, película con respaldo de la Universidad del Cine que, hay que reconocerlo, al menos entre el público no encontró una razón para su participación en un festival.
Destacado cineastaLa muestra oficial no es la única actividad con atractivos: en paralelo se vieron propuestas de ficción como las dos primeras películas de Pablo Fendrik, es decir: El asaltante (que paradójicamente se estrenará en Francia antes que en la Argentina), y la excelente La sangre brota , ambas con Arturo Goetz.
Las dos obras, pero especialmente la segunda, premiada en la Quincena de Realizadores de Cannes, sorprendieron por su singular encuadre de los temas que abordan, su audacia narrativa y el talento interpretativo de Goetz, que en la segunda compone a un taxista, profesor de bridge y cabeza de una familia disfuncional en medio de un entorno casi marginal, que (al igual que Nahuel Pérez Biscayart, que compone a su hijo) será seguramente reconocido por la crítica y el público cuando llegue a las salas argentinas.
Además de los legendarios Adan y Andrés Stoessel, otros dos hermanos argentinos están escribiendo la historia de esta edición de la muestra. Se trata de Juan Carlos y Freddy de la Torre, naturales de Tandil, que desde muy pequeños viven la pasión de coleccionar afiches de películas, de los que dicen tener más de 4.000. Aquí, en uno de los salones vidriados de Village del Casino, presentan una exposición con 26 carteles de películas francesas tal como se conocieron en la Argentina, en las décadas del 50, 60 y 70, como el de La belleza del diablo firmado por Osvaldo Mario Venturi.
"El festival invirtió 10.000 euros en su restauración y montaje", explica Juan Carlos con orgullo a LA NACION en medio de un sinfín de anécdotas que tienen que ver con cómo comenzaron esta aventura. Freddy, que además de profesor de inglés y apasionado por el rugby, fue administrador de un cine de su pueblo, cuenta que: "Llamábamos a los administradores de salas de otros pueblos para ver qué afiches conservaban, y si tenían algo que nos gustaba, allá viajaba Juan Carlos, que hasta llegó a pasar alguna noche en aquellos cines que ya no existen", dice, con una sonrisa de satisfacción.
Fuente: La Nacion
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